Estática
A la gente le gusta definirse, colgarse un cartel que lo califique como parte de algun tipo de tribu, eso de pertenecer a algo que lo haga distinto, no sé. Le gusta q le digan ay q glam q eres!!. O cosas como, wow, q cult!. "Me compré una cartera súper kitsh!". O, peor, joven adulto, adulto joven, hétero, postgay, bla bla bla. La moda de mis amigas "frikis" es sentirse ultra orgullosas cuando una le dice a la otra: galla, me encanta tu estilo Carrie Bradshaw!, y la aludida se muere patas para arriba mostrando sus chalas de 150 lucas que compró en Montemarano (en 6 o más respectivas cuotas). Cuando pienso en las personas me imagino a todo el mundo viviendo como en cajitas de fósforos. Una de las cosas que amé cuando era chica, fue coleccionar unas guaguitas que tenían cunas en cajitas de fósforo. Ahora me imagino esas mismas cajas y la gente contenida feliz en una de ellas, muriendo porque su living esté a tono con las portadas de la Vivienda y Decoración, porque sus matrimonios sean dignos de la revista De Novios, por que su identidad pase por cualquier cosa menos por sí mismos. Algo así como gente bonsai.
Ya no leo muchos blogs. Me aburrí (bueno, dentro del concepto que ya me aburrí de todo). Me gusta la gente que dice algo y luego viene otro y le dice q no está de acuerdo, entonces el primero viene y defiende su posición con argumentos sólidos, independiente de lo que el resto opine. Pero el mundo de los blogs se ha vuelto complaciente, atacado, se puso grave. Algunos prefieren cerrar sus blogs a defender lo que considera válido. Otros orientan sus escritos hacia lo "políticamente correcto", o hacia lo burdo y lo absurdo, hacia lo evidente. Ese es el reflejo fiel de que los seres humanos no sabemos qué hacer con la libertad concedida para expresar ideas "propias".
¿O será una muestra de que, en efecto, no tenemos tantas ideas? El límite mental es infinitamente mayor que la cavidad que contiene al cerebro.
Me gusta la gente que maneja horizontes, que siente que la vida ha sido justa, pero me molesta la complacencia en extremo. Esa que transforma a las personas en deshonestas y cobardes. Me carga la cobardía, y detesto pensar que la he practicado disfrazándola de flojera, para que no se note mucho.
-y tú, qué haces?
-yo espero
-pero no puedes esperar sin hacer algo, has pensando hacer algo?
-si, pero ahora no quiero hacer nada.
Eso. No quiero hacer nada. Por mi, que existiera un método de suspensión y que me despierten cuando exista un tratamiento para solucionar mi mal. Cuál es ese?. La decepción.
-y las expectativas?
-no tengo, me han dolido mucho.
¿Qué le pasa a la gente cuando las cosas dejan de importarle, cuando se endurece el espíritu y se apartan las intenciones y las sonrisas? Debería dejar de pensar. Me gustaría desactivar el mecanismo de la reflexión, total me parece que no es muy necesario para vivir y "triunfar".
En este país, cualquiera con menos kilómetros de razonamiento que un camello puede escribir y publicar un libro. Y ser best seller, llegar a los top en ventas, obtener titulares, conferencias de prensa. Pero el poeta que escribe con su sangre algunas hojas sueltas, es noticia y figura sólo cuando se suicida, y sus "amigos" se lamentan por esa pobre vida infame.
Hasta me aburrí de mí y de mi decepción. Siento que no tengo nada que decir, ninguna novedad que aportar.
Durante la mudanza de junio apareció un cassette, antiquísimamente blanco, de Soda Stéreo. Ávida, lo traga la cassetera de auto. Entre tema y tema, siento ese silencio estático que se rompe con las vigorosas notas sintetizadas, que quedaron en un pasado ultralejano que no me pertenece. Pienso que sería ideal prolongar ese silencio, reconociendo los rasguños del cabezal sobre la cinta, permitiendo una larguísima siesta, ampliando la posibilidad de que cuando vuelva a romperse la tregua hormigueante, el estruendo de creación llene de letras y sonidos un nuevo espacio, sólo un poco más amable, donde yo pueda existir.
Este mundo es muy ruidoso.
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